domingo, 6 de julio de 2014

[Editorial] Zombi: esa víctima indefensa


“Se acabaron los debates, esto ya no es una democracia”, sentencia Rick Grimes al final de la segunda temporada de la serie The Walking Dead, efecto asociado al terror latente en la sociedad desde el atentado sufrido en el año 2001 y las posteriores secuelas en la sociedad.
La presencia de zombis tanto en la pantalla grande como en la chica, tiene relación directa  con metáforas sociales, culturales y políticas. El apocalipsis zombi significa el colapso de la civilización tal y como la conocemos, y nos habla de lo frágiles que son la sociedad, el sistema económico y los valores.



The Walking Dead aparece en el contexto de la crisis económica más grande en la historia de Norteamérica desde la “la gran depresión”. Su título se aplica tanto a los vivos como a los muertos. Los vivos están básicamente rodeados de muerte, por lo tanto la amenaza real son otros humanos y no tanto los zombis.



En el universo de Kirkman, los "caminantes" muertos son los mismos sobrevivientes, condenados, persiguiendo el rastro, corriendo en círculos, cediendo a la tentación humana de pisar al otro para salir adelante en un mundo perdido. Se trata de tomar decisiones importantes, de unirse como una comunidad para lograr la supervivencia. Consiste mucho más en cómo conseguir sobrevivir que de ver zombies corriendo e intentando comer personas.

Es decir, el centro de interés está en el ser humano y en cómo éstos reaccionan a situaciones extremas como la violencia, el hambre, la soledad. No se trata solamente de cómo se destruye o recompone una civilización, sino de cómo se destruye o recompone el hombre ante estas situaciones.

El zombi, a diferencia del ser humano, no es un ser social, no forma grupos organizados, simplemente se reúne por algún estimulo, con otros de sus especie formando hordas. Lo único que lo motiva es su existencia procurándose el alimento que necesita. En ese proceso no tiene en cuenta si destruye a otros seres u objetos, solo avanza, come y se propaga. Es un ejemplo, de metáfora de la sociedad consumista en la que vivimos, de un apetito que no parece tener límites.



El zombi es la representación de un monstruo pero también de una víctima, de un engañado, que no es consciente de lo que sucede, del alienado, y que aun así comete el mal, lo reproduce y lo contagia. Esta puede ser una de las razones por las que el zombi se haya adaptado mejor que otros monstruos a nuestra realidad. No representa exclusivamente nuestro miedo a la muerte o a lo desconocido, sino el miedo a ser controlado y actuar de forma inconsciente.


En el caso del ser humano, se puede llegar a matar, no para comer, sino por deseo o envidia. Esto demuestra que somos peores que los zombis y mucho más peligrosos porque tenemos un pensamiento racional y  la capacidad de decidir y distinguir lo que está bien de lo que no, al contrario de los zombis que se basan en sus instintos de atacar, morder y continuar existiendo.

Muchas veces se afirma que los muertos vivientes hablan de lo humano, que son una metáfora de nuestros problemas. Por esto queda la duda de si no será preferible la compañía de un hombre bastante podrido, pero con las intenciones bien claras.

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